La otra orilla

El otro ya ha llegado,
entra como si fuera su casa (que lo es) y se sienta.
Yo, sin embargo, esta vez me marcho.
Me empieza a susurrrar palabras al oido,
duros acordes que me hacen dudar de lo que antes estaba claro.
Se rie de mi y me hace equivocar,
caigo en el error, llegando a la deriva,
aunque este a la luz de tu faro.
Esta vez es más fuerte
y apenas tengo sentido del tiempo,
él es consistente y tiene soluciones para todo y esto,
su amor es odio, su generosidad arrogancia,
su aspecto espejo.
Como burbuja somos,
tomamos un punto y olvidamos,
pero existe otro opuesto,
existe la otra orilla,
seductora pero destructiva,
sencilla, eterna y compulsiva.

Al cabo de un tiempo estoy en el umbral de la puerta,
y el me mira sonriendo,
sabiendo que no soy capaz de lucha,
"esta vez te va a costar más", y no me miento.

Sé que se dice por odio,
también lo que se dice por arrepentimiento,
puede ser que lo segundo sea peor,
pero lo que sé, es que no me miento.
Apenas tus labios me ofrecen cobijo del huracán,
terror personal, sentimientos que vienen y van,
imposibles de odiar pues complementan.

Embriagado aún por su presencia,
no se si se ha marchado, pero me digo,
pasaste y mi cuarto desordenado es testigo.
Ahora más que antes deseo su marcha, o no,
no se, quiza también escriba y lo sepa.
Espero en la puerta.

Gracias Mirian por el cuaderno.